ESPIRITUALIDAD

ESPIRITUALIDAD

Desde que se nos concibe, hasta la muerte, las personas somos egoístas.

Unas mas que otras, en mayor o menor grado, pero ninguna escapa al ego, a mirar primero para uno mismo y luego que sea lo que tenga que ser.

Ya en la barriguita de nuestra madre adoptamos la mejor postura para alimentarnos de la mejor manera posible, y si venimos a dúo o con mas hermanitos, siempre hay uno que come mejor en detrimento de otro, siempre hay algún gemelo o mellizo mas gordo que el otro, y esto es así, pura ley de vida, tu comes para seguir viviendo, sin importarte si el que tienes al lado hace lo mismo.

La supervivencia es egoísta, y nos obliga a mirar por nosotros mismos, mal nos pese que los demás tengan carencias de cualquier tipo, hasta que no satisfagamos nuestras necesidades, no nos daremos cuenta de las necesidades de los demás, aun sabiendo que son las mismas, y ni que decir tiene que no ayudaras a nadie hasta que tu no estés con todo lo que necesitas.

Y las personas van creciendo, y por muy educadas que estén y por muy solidarias que quieran ser, el egoísmo nos acompaña, como si se tratara de una extremidad mas del cuerpo, allá donde vayamos, lo llevaremos con nosotros, desprenderse de él requiere un alto nivel de maduración y concienciación, no al alcance de todos los humanos.

Cuando eres pequeño lo juguetes son solo tuyos, y solo se comparten los compartibles y a duras penas, y siempre sabiendo que esto es mio, y cuando no lo es, lo queremos para nosotros, y si hace falta se lo quitas al otro niño o peleas con el por poseerlo.

Esta imagen infantil que todos reconocemos es mutable, y ya en la adolescencia nos pasa lo mismo con los amigos y con los novios/as, que queremos los mejores para nosotros solos, y solo dejamos entrar en nuestro circulo egocentrista a quien realmente nos reporta algo, en beneficio personal.

Cuando tienes trabajo, podríamos decir ya, en la edad adulta, por nada del mundo lo cambiarías con nadie, nunca lo dejaras escapar en favor de otros y siempre querrás el mejor cargo y con mas retribución,¿ alguien duda sobre esto ?

Pues bien, entonces no nos alarmemos y pongamos el grito en el cielo, pensando que somos malos por naturaleza, pues no tendría que sorprendernos descubrir que somos egoístas de los pies a la cabeza, y en todas las facetas de la vida y de la personalidad individual.

Por este motivo a las personas de todas las generaciones habidas y por haber, nos ha atraído la espiritualidad, el conectar con un ente divino, superior, un flujo de energía que nos desarma de todo yo, y nos pone en comunión con el universo, dándonos a entender que formamos un todo con todas las cosas vivas e inertes que forman parte de la existencia.

La espiritualidad te ofrece la posibilidad de compartir todo lo que tienes dentro de ti, con las cosas que están fuera de ti, te puedes compenetrar con lo desconocido, lo puedes dar todo a esa masa cósmica que nos envuelve a todos por igual, y cuando percibes el alumbramiento, el darte cuenta que hay algo mas, inmaterial, que consideras de un valor supremo, no dudas en ofrecer todo lo que tengas.

En primer lugar porque no cuesta dinero, ni tienes que devolver el favor a nadie, y en segundo lugar porque consideras que lo que haces es para bien tuyo ( aquí volvemos al egoísmo ), pero sabiendo que lo que experimentas será en favor de todos los que te rodean.

La espiritualidad te anula el ego, porque te incorpora al todo, y entiendes que no necesitas mas de lo estrictamente necesario.

La meditación, la contemplación, las comidas y bebidas, la sexualidad, las plantas y frutos psicotrópicos, todo te puede acercar a la espiritualidad, no hay mas que desearlo y puedes entrar por la puerta de lo místico.

Todas las personas necesitamos contactar con el espíritu ni que sea una vez en la vida, y las formas de conseguirlo son de lo mas variado, y las consecuencias que te llevan a buscar la espiritualidad también son diversas y nunca te lo esperas.

Hay gente que se pasa media vida de derroche y llega a un punto que tiene que parar, porque ya no le dice nada el dinero ni las cosas materiales, e incluso el afecto le aburre y ha de recurrir de alguna forma u otra al mundo místico para poner en orden su existencia.