jueves, 13 de mayo de 2010

EL OLOR

El olor de la manzana verde, como no podía ser de otra forma, me quitó el dolor de cabeza.
Me preguntaba cómo era posible que los olores ayudaran al sistema inmunológico, cuando empezó a llover, y tras la ventana ráfagas de lluvia envolvían todo el paisaje, como un manto de agua, que a su vez también, se llevaba toda mi insatisfaccion
.


Allí, apoyado al borde del umbral no podía estar mas a gusto.
Me sentía bien, consciente de lo raro que podía llegar a ser.
Era como ir al contrario de la gente, a mi la lluvia me hacia sentir bien, con cada gota que caia se desprendían mis lamentos, mis frustraciones.

Tras el olor de la manzana que increíblemente había calmado definitiva
mente mi incipiente jaqueca, se abría ahora el olor a humedad, y por fin, a ratos, el de la hierba mojada, y mira que tenia lejos de casa el parque.

Volví a mi reflexion sobre los olores, y como estos podían afectar de una manera u otra al organismo, a cada persona, seguro, que de diferente manera.
Al entrar al comedor a dejar los restos de manzana me invadió el olor a tabaco que incrustado en las paredes del habitáculo, indiscriminadamente atacaba todos mis sentidos.

Como no había reparado en ello antes.
Con vitalidad nueva y lleno de esperanza cogí como el que no quiere la cosa mocho, cubo y trapos, limpia suelos y agua tibia con vinagre y me dispuse a hacer limpieza exhaustiva de mi casa.
Que asco de olores cotidianos, de asfalto, de tabaco, de contaminacion, de coc
hes.

Era como si la lluvia abriera grietas en mi mente, y desarrollara con vigor, mis glandulas olfativas.
Me gustaba la lluvia, lo limpiaba todo, con aquella fuerza primitiva, dejando a su paso cortinas de efluvios nuevos, de vida refulgente, vida nueva.
Todo lo malo y sucio desaparecía como por arte de magia.

Al acabar de limpiar el comedor me dirigía con paciencia a empezar el dor
mitorio, cuando un reflejo, fugaz, pero real, invadió mi campo visual.
Me veía a mi mismo tirado en la cama, encogido, sucio y fétido, arrullado entre sabanas malolientes.

Al primer parpadeo desapareció la visión, pero me di cuenta que ese extraño ser que estaba tumbado en mi propio lecho había sido yo.

Yo durante mucho tiempo, y así me veía, por mucho que ahora me encontrara
mejor.
Sin pensármelo dos veces me deshice de la ropa, de zapatos, de todo y en plena desnudez me dirigí hacia la puerta de la calle, y abriendo esta, alce los brazos al cielo y espere a que la lluvia me quitara todos los malos olores y pensamientos que tanto tiempo habían estado habitando mi ser.

4 comentarios:

Amylois dijo...

Te ha inspirado la tormenta de hoy??? jejeje

Así pues, te vas limpito a la cama hoy no??? jejeje

Anónimo dijo...

Seguro que la lluvia siente la dulce caricia de tu piel.
Este texto tiene un aroma que impregna los sentidos, huelo la tierra mojada, eres un mago de las sincronías.
Abrazo, buen finde J.

(Gracias, tú ya sabes porqué)

clariana dijo...

Les olors representen una part important en nosaltres, la de la poma, la de la pluja...
M'agrada que hagis sentit aquestes sensacions i que després les hagis pogut transmetre tant meravellossament.
Que l'olor de la poma t'hagi aliviat el mal de cap, es fantàstic. Petons.

Anónimo dijo...

Ves las sincronias?, me encanta que hayas aparecido en mi noche de insomnio (siesta de tres horas tiene la culpa), Te echo de menos.
No tardes en publicar...
Besos